Exijo una explicación

Todo lo escrito del punto en adelante es muy en serio. El resto sólo chacota.

Santiago: American way of life

Obeso mórbido

Obeso mórbido

¿Quiénes y en qué momento comenzaron a destruir nuestros barrios, nuestros almacenes, panaderías, farmacias, carnicerías, ferreterías y a reemplazarlos por supermercados distantes a los que sólo se puede ir en auto? ¿en qué momento la gente dejó de ir a las plazas el día domingo y comenzó a ir de paseo al mall o centro comercial? ¿cuándo la gente dejó de saludar al vecino y peor aún, dejó de conocerlo? ¿Qué hizo que los niños y muchos adultos se alimenten mal y cada vez se muevan menos transformándose en obesos?

Caminando por barrios y calles de Barcelona y otras ciudades de Cataluña me recordaba de dónde vengo y cuán distintos son estos barrios de los que conocemos hoy en Chile. Distinta era nuestra historia. Nuestros padres y abuelos así lo relataban. Santiago antiguo sí tenía barrios, tenía todo tipo de comercio a pasos de la casa. El carnicero, el almacenero, el panadero, y todos los dependientes del comercio podían nombrar a los cliente por su nombre. Les conocían. A muchos les veían diariamente. Como es todavía en estas ciudades que visité.

En Santiago ya no quedan estos comercios. Han sido reemplazados por supermercados. Y mientras más grandes mejor. Les llaman hipermercados y megamercados. Como son cada vez más grandes, para así contener más variedad de productos y gentes, no pueden estar en cualquier parte ni puede haber uno en cada cuadra. Por lo tanto hay que ubicarlos en lugares alejados de las casas y ello nos obliga a ir en auto, lo que a su vez les obliga a disponer de enormes sitios para estacionar o aparcarlos. Como el petróleo está caro y viajar al supermercado implica un gasto de tiempo y dinero, ya no se hacen las compras en forma diaria sino que mensual o quincenalmente. Como segunda derivada de ello, la gente camina menos, es decir hace menos ejercicio con las consecuencias ya conocidas. Un círculo vicioso perfecto.

Las ferreterías también han sucumbido siendo reemplazadas por un tipo de supermercados conocidos como homecenters. Aquí el ferretero o el dependiente ha sido reemplazado por bisoños e inexpertos vendedores que supuestamente asesoran y aconsejan al cliente. Según un viejo amigo contructor, por ende cliente obligado de estos negocios, estos vendedores sólo sirven para asesorar a la señora dueña de casa que desea pintar un cuarto de su casa, o cambiar una lámpara. Y algunas veces hasta aconsejan mal. Me recuerda de la experiencia que vió en el sector arriendo de máquinas y herramientas, donde a una señora acompañada de un niño, el vendedor les aconsejaba arrendar una sierra circular para podar las ramas de un árbol. Cualquier persona con criterio o que al menos haya leido las instrucciones de esta herramienta sabe que traen una advertencia clara de seguridad que dice que debe trabajarse apoyado sobre una superficie. Así cómo éste, los ejemplos abundan. Ante esta realidad los profesionales de la construcción, que antes podían consultar al vendedor de mesón que era un verdadero experto técnico, ahora ni se acercan al novato vendedor.

Esta venta del tipo autoservicio tiene un objetivo descubierto casi al mismo tiempo que la pólvora. Hay clientes que realizan compras en forma impulsiva, es decir no racional cuando la vista se obnubila de abundancia de productos. Compran cosas que no necesitan. Digamos que el hecho de poder tocar el producto, olerlo, mirarlo en detalle, impulsa muchas veces a su compra.  Sin embargo hay personas de malas costumbres que no sólo tocan el producto, sino que lo esconden y evaden su pago al salir por las cajas. Este denominado robo-hormiga ha resultado en un verdadero dolor de cabeza para las empresas del rubro, quienes han tenido que destinar cuantiosas inversiones en cámaras de vigilancia y pagar los servicios de empresas de seguridad. Así y todo, los niveles de pérdidas atribuidas al hurto son un porcentaje de las ventas que siempre se mantiene a raya y cada vez con más dificultad. Las consecuencias de ello son claras: se debe traspasar la pérdida a los precios. En otras palabras, si no existiera la tentación no existiría el robo. Al no existir el robo y el gasto en seguridad los precios serían más bajos. En resumen, todos los clientes pagamos más caro por un sistema que no elegimos y del cual no tenemos opción.

Los malls o centros comerciales son astilla del mismo palo. Y los abren hasta el día domingo y festivos. No recuerdo haber visto comercio abierto en España el día domingo. Salvo el negocio del pakistaní bajo el piso de mi hermano. Claro, es que ellos al ser musulmanes el domingo no tiene el mismo significado que para los cristianos. Su equivalente es el día viernes. Sin embargo casi nunca cierran y he visto ya una segunda generación sentada en la caja. Y no se paran ni para  ir a comer.

No recuerdo cómo ni cuándo las plazas y paseos públicos fueron reemplazados por estos centros comerciales. Hay familias enteras que van de paseo al mall. Si ello fuera poco se quedan a comer una rica y sana alimentación balanceada del Mc Donnal’s, del KFC, del Burger King u otro local de comida chatarra. El postre por cierto es un helado doble o algún otro embeleco de grasas saturadas disfrazado de postre y envuelto en un llamativo envoltorio, el cual se come caminando por los pasillos del mall. El resultado salta a la vista: abundancia de niños y adultos obesos. Les llaman la familia «Miranda». Porque se pasean sólo para mirar las vitrinas.

Lo anterior llama la atención al regresar a Chile. ¡Qué cantidad de ‘guatones’ y ‘guatonas’ (panzones obesos) circulan por nuestra ciudad! Los chilenos no eran así. Algunos erróneamente se enorgullecen de este registro que nos debería avergonzar: uno de los países con más obesidad de latinoamérica. Ello traerá una pesada carga sobre la salud pública en un futuro no muy lejano, al aparecer enfermedades como la diabetes y otras dolencias cardíacas a temprana edad.

Son las consecuencias de un estilo de vida que nos han impuesto. El estilo de vida americano o «American way of life». El de los gringos, de los norteamericanos que tienen el primer lugar de obesidad en América. Chile ocupa según la revista Forbes, el segundo país latinoamericano con más obesos (65,3%) superado por México (68,1%). Este estilo de vida, mal copiado como muchas otras cosas, hace que vivamos en casas con patio y entrada de auto -donde apenas cabe éste- y la casa sea cada vez más pequeña, donde el comercio de barrio ha desaparecido y con ello la vida de barrio. Donde las distancias para ir al trabajo o conseguir los servicios sólo se logran arriba de un auto, y los tiempos para el ocio y comer van desapareciendo.

Espero y confío que Europa nunca caiga en este mal estilo. Los malls e hipermercados no tiene cabida. Todavía es posible comprar todo lo necesario bajando a la calle y caminando unos pocos pasos. Me quedo con ese estilo de vida y con una ciudad hecha a escala humana. No con «la copia infeliz de América» que ha reemplazado a «la copia feliz del Edén» como dice nuestro himno nacional.

9 agosto 2008 Posted by | Bitácora de vuelo | , , | Deja un comentario